El pasado 25 de mayo estuve en el Colegio Público Arenas, de Escobedo de Camargo. Fueron dos divertidas sesiones en las que se combinó música con literatura. La chavalería de primaria descubrió y teatralizó una apasionante historia escondida tras las notas de Peer Gynt, la famosa suite de Edward Grieg. Se desperezaron por la mañana, lloraron la muerte de Aase y vieron danzar a Anitra, e incluso penetraron en la temible cueva del rey de la montaña. En cuanto a los de infantil, se transformaron en Guillermo Tell y sus compañeros (con el Galop final de la Obertura de Guillermo Tell, de Rossini), bajaron a los infiernos a ritmo del Can-can (Orfeo en los Infiernos, de Offenbach), bailaron y cantaron el Vals de La Bella Durmiente (Tchaikovsky), se armaron cual guerreros centroeuropeos en la Danza del sable (Khachaturian), aplaudieron la Marcha Radetzky (Strauss) y jugaron cual muñecos en la Danza China de Cascanueces (Tchaikovsky).
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