En el blog de la Editorial Kattigara estrenamos sección: CRÍTICA "DECONSTRUCTIVA". ¿Qué es eso? Para saberlo, echa un vistazo al artículo que dejamos a continuación, o bien pincha en el enlace:
Estrenamos esta sección con unas palabras muy clarificadoras de un crítico que emplea el método de la crítica acompasada: CLANDESTINO MENÉNDEZ. Recomendamos a todos entrar en su blog, http://cuadernos-criticos.blogspot.com, y echar un vistazo a algunos de sus análisis. Este tipo de ejercicio es muy instructivo, no sólo como ejemplo de los vicios que conviene evitar cuando se ejercita el noble arte de la literatura, sino también (sobre todo), porque gracias a la crítica acompasada podemos recuperar nuestra dignidad como lectores.
¿No se ha preguntado nunca por qué no le ha gustado tal o cual libro, un superventas del que todo el mundo habla y cuyo autor (o autora) llega a ser honrado (u honrada) como académico (o académica) de la Lengua de este nuestro extraño país? Es posible, incluso, que en más de una ocasión se haya sentido incómodo en conversaciones sobre libros, porque, ¿cómo reconocer que no puede usted con esos “bestsellers” infumables? Si le ocurren este tipo de cosas, lo que usted necesita es leer las críticas acompasadas que, de las obras de grandes y laureados próceres de la mercadotecnia, nos ofrecen Clandestino Menéndez o La Fiera Literaria, el blog de Lector Iracundo y otros (sólo tiene que teclear “crítica acompasada” en google).
Qué es la crítica acompasada, según Clandestino Menéndez
La crítica acompasada, que se ejercita en este blog, es un nuevo método de crítica literaria conforme al cual el reseñista va efectuando sus anotaciones y sus consideraciones según avanza en la lectura del libro comentado, señalando la página exacta e incluso el punto concreto en que puede encontrarse la incorrección o el acierto que indica.Ideada en los años 90 por el Círculo Literario de Fuencarral (editores del celebérrimo libelo La Fiera Literaria), la crítica acompasada tiene un fin ciertamente contrario al de la crítica habitual, que merced a los imperativos del mercado y la moda ha pasado de ser una crítica independiente, intelectual y defensora de unos valores estéticos, a ser una crítica meramente publicitaria, cuyo objetivo no es tanto orientar al lector o “conversar” con él sobre literatura, como “dirigirle” hacia la librería más próxima para que compre la última novedad.En esta “nueva crítica”que ejercen los suplementos literarios, el valor principal de una novela no es su mérito estético o intelectual, su originalidad o su solidez, sino el número de ejemplares que haya vendido, si han hecho ya o no película sobre ella, quién protagoniza dicha película y cuán de simpático es el autor.En contraposición a ello, surgió esta “crítica acompasada”, cuyo fin es precisamente eso a lo que ha renunciado la crítica clásica: extraer de una novela su mérito o su demérito literario. En este blog nos vamos a ceñir, conviene advertirlo a los más vendidos, a los best seller al uso. Habrá libros más malos que estos, eso es seguro, pero no sería justo arremeter contra quien empieza o contra quien, mejor o peor, quiere construir una obra sincera y emotiva. Para ellos todo el máximo respeto, aunque el resultado sea en ocasiones penoso. Pero para aquellos montajes con los que se nos quiere hacer creer que estamos adquiriendo la obra cumbre de la literatura actual, para los que provienen de un premio amañado, para los ascendidos fraudulentamente, para quienes basan todo su merito literario en las campañas publicitarias… para ellos va dedicado este blog.
Qué vamos a hacer en la sección de crítica “deconstructiva” de Kattigara Virtual.
Sería demasiado ambicioso por nuestra parte pretender emular al Sr. Clandestino o a La Fiera Literaria. Sin embargo, sí podemos aplicar la técnica de la crítica acompasada a objetivos más modestos. Cada cierto tiempo, por tanto, colgaremos la correspondiente al primer párrafo de alguna obra que nos parezca merecedora de ello. Por otro lado, no será una crítica destructiva, sino “deconstructiva”, feliz expresión que copiamos de la más moderna terminología culinaria. Una vez analizados los, a nuestro leal saber y entender, errores, ofreceremos una propuesta alternativa de párrafo inicial, salvados todos los respetos y, claro, con nuestra admiración por delante al trabajo literario que, maguer burdo en ocasiones, no deja por ello de ser arduo. Por supuesto, los autores serán libres de copiar la propuesta, quizás tan aberrante o más que la suya, para incorporarla a la fe de erratas o a la edición revisada. En fin, parafraseando a don José Bastida en La Saga Fuga de JB, quienes nos atrevemos a hacer esta crítica no somos nadie. ¡Oh, si fuésemos alguien, nos atreveríamos a poner nuestro nombre entero, nuestro nombre con apellido, caray, que lo tenemos como cualquiera, hijos legítimos que somos, aunque modestos! En fin, ustedes perdonen si molestamos, ¡pues no faltaba más!
PS: La primera crítica “deconstructiva” se cebará en el siguiente primer párrafo de “El último soldurio“, de Javier Lorenzo, publicada en Plaza & Janes en 2008:
¡No se la pierdan!Tenía poco más de siete años cuando vi por primera vez a un romano. Lo recuerdo con exactitud porque aquel hombre flaco y de barba rala, cuyo sombrero de ala ancha dejaba escurrir las gotas de lluvia por los contornos de su cuerpo, miró con sorpresa a Ilicón, mi hermano mayor, luego a mí y tras inclinarse y palmear sin ruido a una de las mulas que tiraban de su carruaje nos sonrió de una manera tan franca que su boca dejó ver los numerosos huecos que hollaban su dentadura. En otras condiciones, nuestrarespuesta al encuentro con un desconocido, aun en el caso de que se estuvieracarcajeando, se habría resuelto de inmediato con una vertiginosa huida hacia el interior del bosque del que acabábamos de salir corriendo, pero en esta ocasión una irresistible emanación de simpatía y la siempre implacable curiosidad nos dejaron clavados en el barro de la trocha, mirando absortos los desconocidos objetos que pendían de los costados del carro y preguntándonos quién podía ser aquel loco sonriente que, sin armas a la vista, se atrevía a entrar en lo más profundo de los valles cántabros.
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