Qué bonito. Aproveché el apagón de ayer para darme el gustazo de escribir a mano, con mi querida estilográfica, iluminada como en los tiempos anteriores a Edison. Sin ruido (cómo susurra el plumín al rozar el papel, cómo crujen las hojas del cuaderno al pasarlas...). Sin ondas negativas (la Madre Tierra respira y nosotros, que somos parte de ella, también). Hermoso. Deberíamos repetirlo más a menudo. Por nuestros derechos de consumidores. Por nuestra esencia humana.
NOTA: Para quienes no lo sepan, ayer, 15 de febrero, se convocó por internet un apagón de 15 minutos a las diez de la noche, en protesta por las subidas abusivas de las compañías eléctricas.
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